A veces creo que ya lo he olvidado. Pero en las noches que despierto a las 3 en punto de la madrugada y su imagen me atraviesa la mente con un desgarre en el corazón, es cuando me doy cuenta de que ahí sigue. Ahí siguen sus besos y su mano. Ahí siguen sus ojos con un dolor secreto que pugnaba por alcanzarme. Ahí sigue su sonrisa en la oscuridad. Ahí sigue mi buzón vacío, mis brazos vacíos, mi corazón vacío. Ahí siguen sus pedazos arrastrándome al fondo de mi soledad, de mis miedos, de mis vacíos. Ahí sigo yo volviéndome vacío, volviéndome derrota tras derrota, volviéndome a caer.
Aun no comprendo la fuerza magnética en sus ojos, su sonrisa y su mano. Aun no entiendo cómo unas pestañas, y un rose cálido en mi piel fueron más poderosos que mi cordura...
Me enamoré de las potencialidades de ese hombre, de lo que puede ser, sin embargo, no es. No es. No es.